Muchos de nosotros crecimos pensando que “engordar” depende solo de las calorías y que hay alimentos “malos” que hay que evitar. El problema: ese enfoque simplista genera ansiedad, culpa y una relación distorsionada con la comida.
Sí, es cierto que una caloría es una unidad de energía. Pero nuestro cuerpo no funciona como una máquina perfecta que gasta exactamente lo que se come. Además, no solo importa la cantidad: el tipo de alimento, su efecto saciante, su calidad nutricional… todo cuenta.Por ejemplo: 100 kcal de manzana no son “lo mismo” que 100 kcal de galletas en términos de saciedad, micronutrientes, impacto metabólico. Además, la obsesión por contar calorías puede distraernos de lo realmente importante: hábitos alimentarios saludables, disfrute, flexibilidad.
Respecto a los productos “desnatados” o “light”, ojo: no siempre “más sano” significa “mejor opción”. Hay que valorar contexto, composición, saciedad, necesidades individuales.
La alimentación consciente invita a elegir alimentos en base a su calidad, efecto en ti, a tu cuerpo y mente, y también permite excepciones sin culpa. Porque disfrutar es parte del bienestar.
Cuando trabajas con un especialista en nutrición personalizada, se pone en el centro tu situación única, no una fórmula aplicada a todos. Así se trabaja de forma progresiva, sostenible y respetuosa contigo.
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