Comer puede responder a muchas señales: hambre de estómago, hambre de cabeza, hambre de corazón… Pero hoy queremos destacar dos grandes tipos: hambre fisiológica (real) y hambre emocional.
Hambre fisiológica aparece gradualmente, puede esperar, cualquier alimento sirve para calmarla, desaparece al comer lo suficiente.Hambre emocional, en cambio, es repentina, necesita un alimento específico (“antojo”), responde a una emoción (estrés, aburrimiento, tristeza, alegría…), y normalmente no se satisface con “un poco”.
Cuando adoptamos una alimentación intuitiva y consciente, empezamos a reconocer estas señales y a responder de forma adecuada: comer cuando tenemos hambre real, parar cuando estamos saciados, y acompañar las emociones desde otro lugar.
Es importante entender que el profesional de nutrición puede ayudarte a mejorar patrones alimentarios y elecciones, pero si hay un componente emocional fuerte, puede requerirse también acompañamiento psicológico. La buena noticia: combinando nutrición personalizada con este enfoque, puedes avanzar de forma integrada hacia una relación más sana con la comida.
¿Te cuesta distinguir cuándo comes por hambre o por emoción? ¿Quieres un acompañamiento que entienda tu cuerpo, mente y contexto? Contacta con Cristina Borrallo en https://cristina-nutrition-psd21u.mailerpage.io/ y descubre cómo la nutrición personalizada puede ayudarte a reconectar contigo.
Comentarios
Publicar un comentario